14 de enero de 2012

Clara

Clara nunca llegaba a tiempo para sus clases de piano, aún sabiendo los castigos que tendría que soportar por parte de la señora Rebeca por ser tan impuntual. Ya se había acostumbrado. Dos horas diarias, cinco días a la semana era demasiado para ella. Sin embargo, Clara era muy buena tocando el piano, buenísima según su profesora. Nadie sabía cuánto le aburría, siempre que se encontraba tocando imaginaba que estaba en casa pintando mientras la luz del sol entraba por el ventanal iluminando perfectamente el lienzo... Este pensamiento le daba fuerzas para continuar tocando, tal vez si lo hacía bien la señora Rebeca la dejaría salir mas temprano y quizás hasta le daría tiempo pasar comprando un helado en la bodega del señor Roberto. Ya eran las 4:30, lo cual significaba que había acabado la clase. Era muy tarde para pasar comprando un helado. Le gustaba pintar con la luz natural que entraba por el gran ventanal del salón; pero eso era lo que menos le importaba, solo quería llegar rápido a su casa.

Aproximadamente en 15 minutos ya se encontraba abriendo la puerta principal de la casa, sin saludar a nadie entró al salón y encontró preparadas sus pinturas tal como las había dejado. Desde que se quedó muda, Clara sentía que pintar era la única manera de la cual podía expresarse; las pinturas parecían hablar por ella y en ocasiones lo hacían.

Su nana, María, era la única que notaba el talento de Clara y el toque mágico que tenían sus dibujos. Ellos también le hablaban a la nana. Si de algo María estaba segura, era de que si la madre de Clara supiera del gran talento que poseía su hija, nunca la hubiese obligado a asistir a las clases de piano que la niña tanto detestaba.


Eso no parecía importarle demasiado a Clara, ella pintaba siempre que podía y lo hacía con todo el entusiasmo del mundo. Se levantaba muy temprano para ordenar sus pinturas, limpiar sus pinceles y colocar un lienzo nuevo en el caballete. Luego se sentaba a admirar sus obras, escuchaba detenidamente todas las historias que tenían para contarle aunque la retrasaran para ir a la casa de la señora Rebeca, de todas maneras Clara nunca llegaba a tiempo para sus clases de piano.

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